Un proyecto de orden ejecutiva filtrado de la administración Trump buscaba consolidar el control federal sobre la política de inteligencia artificial, adelantándose efectivamente a las leyes estatales y concentrando el poder en manos de David Sacks, un multimillonario tecnológico y asesor especial del presidente. El plan, que nunca se materializó, reveló una estrategia agresiva para anular las regulaciones estatales, castigar a los estados que no las cumplieran mediante recortes de fondos y establecer a Sacks como el guardián de facto de la política de IA en los Estados Unidos.
El borrador de la orden: un juego de poder centralizado
El documento filtrado describía una medida radical para despojar a los estados de su autoridad regulatoria sobre la IA. El presidente Trump ordenó a los secretarios del gabinete y a los jefes de agencias que iniciaran acciones legales agresivas contra los estados con leyes sobre IA en un plazo de 90 días, y al Fiscal General le dio solo 30 días para formar un grupo de trabajo para las demandas. Fundamentalmente, cada paso del proceso requeriría consultas con David Sacks, lo que le otorgaría una influencia sin precedentes sobre la política nacional de IA.
La medida fue diseñada para eludir los procedimientos burocráticos estándar, tratando la orden como un “mandato imperial” a pesar de posibles desafíos legales. Los precedentes históricos sugieren que tales acciones ejecutivas a menudo proceden independientemente de la legalidad, causando importantes consecuencias económicas y diplomáticas antes de que intervengan los tribunales.
Reacción violenta de todos lados
El proyecto de orden provocó una oposición inmediata y generalizada de todo el espectro político. Los demócratas se rebelaron públicamente, mientras que los republicanos escépticos respecto de la tecnología se prepararon para denunciar la extralimitación. Incluso dentro del universo MAGA, figuras como Steve Bannon expusieron el plan, destacando la consolidación del poder.
La reacción surgió de múltiples fuentes:
- Soberanía estatal: La intervención federal propuesta amenazó los derechos de los estados, particularmente entre gobernadores conservadores como Ron DeSantis y Sarah Huckabee Sanders, quienes han impulsado activamente sus propias regulaciones sobre IA.
- Desajuste ideológico: La base populista desconfía de las grandes tecnologías y teme el desplazamiento de empleos, lo que hace que la postura pro-industria de Sacks sea profundamente impopular.
- Resistencia interna: Tanto las facciones progresistas como las de extrema derecha dentro de la administración se opusieron a la orden, mientras los demócratas buscaban romper los monopolios tecnológicos y los funcionarios del MAGA desconfiaban del poder corporativo desenfrenado.
Agencias clave excluidas
El borrador de la orden excluyó deliberadamente a agencias críticas, lo que indica una clara intención de eludir las estructuras regulatorias establecidas. El Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIST), la Oficina de Política Científica y Tecnológica (OSTP), la Agencia de Seguridad de Infraestructura y Ciberseguridad (CISA) y el Centro de Estándares e Innovación de IA (CAISI) quedaron al margen.
En cambio, el plan centró el poder en el Departamento de Justicia, el Departamento de Comercio, la Comisión Federal de Comercio y la Comisión Federal de Comunicaciones, todos bajo la supervisión consultiva de Sacks. El objetivo era castigar a los estados mediante acciones legales, recortes de fondos e investigaciones sobre “conductas engañosas”.
El retiro
Ante una oposición abrumadora, la administración silenciosamente archivó el proyecto de orden. En lugar de una acción preventiva radical, el Presidente firmó más tarde una directiva menor que ordenaba a los Laboratorios Nacionales aumentar su participación en el desarrollo de la IA. Sacks fue mencionado sólo una vez, en marcado contraste con el papel central que se suponía que desempeñaría.
La fallida toma de poder subraya los límites de la extralimitación del ejecutivo y la importancia duradera de la autonomía a nivel estatal en la regulación de la IA. El incidente también pone de relieve las profundas divisiones dentro de la administración Trump, donde los choques ideológicos y la resistencia interna pueden descarrilar incluso las iniciativas políticas más ambiciosas.
En última instancia, el intento de centralizar la política de IA a través de un mandato ejecutivo expuso la fragilidad del poder sin control, lo que obligó a la administración a retroceder ante la oposición bipartidista.











































































